martes, 28 de septiembre de 2010

Más detenciones, más presos políticos en el País Vasco



"Règle générale : quand un régime promulgue sa loi des suspects, quand il dresse ses tables de proscription, quand il s'abaisse à chercher d'une main fébrile dans l'arsenal des vieilles législations les armes empoisonnées, les armes à deux tranchants de la peine forte et dure, c'est qu'il est atteint dans ses œuvres vives, c'est qu'il se débat contre un mal qui ne pardonne pas, c'est qu'il a perdu non seulement la confiance des peuples, mais toute confiance en soi-même."/ "Regla general: cuando un régimen promulga su ley de sospechosos, cuando establece sus listas de proscritos, cuando se rebaja a buscar con mano febril en el arsenal de sus viejas legislaciones las armas ponzoñosas, las armas de doble filo de la pena fuerte y dura, es que ya está tocado en su fuerza vital, lucha contra un mal que no perdona; no sólo ha perdido la confianza de los pueblos, sino toda confianza en sí mismo" (Emile Pouget, Les lois scélérates de 1893-1894/Las leyes canallas de 1893-1894)

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Las últimas detenciones ocurridas en el País Vasco siguen la lamentable tónica de las precedentes. Las personas detenidas desarrollaban todas ellas actividades políticas pacíficas y legales y lo hacian a la luz del día. Ciertamente, los militantes de Askapena, son favorables a la autodeterminación y a la independencia del País Vasco, también auspician para este país un orden social postcapitalista. En esos objetivos coinciden ciertamente con muchas personas que hoy no pueden expresar su opinión mediante el voto, pero que, ciertamente representan un buen porcentaje de la población vasca. En los objetivos de autodeterminación, han venido siendo respaldados, hasta la prohibición de la izquierda abertzale, por un 60% de la población de su país. En los objetivos anticapitalistas también los secunda otro importante sector dentro y fuera del País Vasco.

De lo que se les acusa hoy es de que sus objetivos políticos coincidieran con los de ETA y de que sus nombres aparecieran en documentos incautados a miembros de esa organización armada. Muy endebles argumentos para privar a las personas de libertad en una democracia. Ya se sabe el uso que hizo la junta militar argentina de las agendas personales de los guerrilleros que caían en sus manos: todos los que en ellas figuraban, amigos, parientes o personas con sus mismas ideas políticas eran detenidos, torturados, eliminados. No se trataba de neutralizar la violencia armada, siempre minoritaria, sino de neutralizar a amplias corrientes sociales y políticas. Un grupo armado con objetivos políticos puede coincidir en sus objetivos con amplios sectores sociales que no comparten los mismos medios. Ello no significa en buena lógica que todos quienes integran estos sectores políticos sean "violentos", sino que algunos "violentos" comparten los objetivos políticos de estos sectores. Sería sorprendente que los jueces españoles considerasen que los ultraderechistas y racistas armados que votan al PP o al PSOE contaminan irreversiblemente a estas organizaciones políticas. ¿Acaso esperan encontrar en la agenda de un militante de ETA contactos con la derecha españolista? A fuerza de olvidar que existe un problema político en el País Vasco y un gravísimo problema constitucional y social en el Estado Español, llegan a criminalizar todo antagonismo real, a matar toda vida política efectiva.

La metonimia de la agenda permite reconstituir una red, pero no la red de la organización armada, sino la del movimiento político y social con cuyos objetivos coincide la organización armada. En otros términos, por la metonimia de las agendas y por la analogía que informa el propio concepto -profundamente antijurídico- de "terrorismo", termina aplicándose el principio número uno del derecho penal de las dictaduras que conoció su época dorada durante el régimen nazi y en los regímenes que de él se inspiraban: "nullum crimen sine poena", "no hay delito sin pena". Lo que pasa es que para aplicarlo es necesario no sólo castigar a quien comete actos violentos bien tipificados, sino a su supuesto "entorno" y esto es simplemente contrario al principio básico de legalidad en derecho penal que fue expresado por Feuerbach (el jurista) mediante la máxima: "nullum crimen, nulla poena, sine lege"; "ningún crimen, ninguna pena sin ley". Según el derecho penal liberal, para castigar un acto delictivo, este ha debido previamente ser definido de manera precisa y rigurosa, a fin de evitar la metonimia de las agendas y la analogía del "terrorismo", que castiga tanto al enemigo armado del Estado como a quienes comparten sus ideas y objetivos políticos o incluso a los miembros casuales de su "entorno". Un "entorno" que llega muy lejos, a Colombia, a Venezuela y a dondequiera que haya un nombre en una agenda. Con esta lógica todos somos presuntos "terroristas". Esta amalgama antijurídica es la que inspira la persecución estrictamente política dirigida contra el conjunto de la izquierda independentista vasca; es la que hace que el Estado español cuente con el mayor número de presos políticos de Europa, compitiendo en ignominia con la semidictadura militar turca.

Cuando ETA acaba de declarar una tregua unilateral y la izquierda abertzale está iniciando los contactos con mediadores internacionales indispensables para un genuino proceso de paz, la actuación de los magistrados y de la fiscalía españoles contra los sectores más comprometidos con este proceso muestra la verdadera cara del régimen. Es de esperar que la firme voluntad de paz de la sociedad vasca evite esta vez que vuelva a descarrilar el proceso y que el Estado español restañe su maltrecha legitimidad presentándose como una pacífica democracia en lucha contra la violencia, haciendo olvidar las cunetas rebosantes de cadáveres que son los verdaderos cimientos del régimen actual.

A fin de evitar que el nuevo proceso de paz que hoy puede desarrollarse fracase como los anteriores, es urgente la derogación del conjunto de las leyes antiterroristas y la inmediata liberación de los centenares de presos políticos que estas leyes antidemocráticas y antijurídicas han conducido a prisión. Es indispensable la inmediata puesta en libertad de los militantes de Askapena recientemente detenidos. El Estado Español debe cumplir sus compromisos internacionales en materia de derechos de los individuos y de los pueblos y no limitarse a dar "lecciones de democracia" a otros países.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Huelga y lucha de clases

"el salario constituye la forma más radical de privatización pues no es otra cosa que el precio de mercado de la mercancía capitalista por excelencia, la fuerza de trabajo."
Huelga decirlo, la huelga es necesaria. Necesaria como medida evidente y elemental de resistencia ante una ofensiva feroz y sin final previsible. Necesaria también desde otro punto de vista: las organizaciones sindicales que representan o dicen representar lo que queda del trabajo de contractualidad indefinida llaman a un movimiento testimonial cuya derrota ellos mismos predicen e incluso auspician. Esta limitadísima representación no puede corresponder a la actual composición social del trabajador colectivo: la mayoría de los trabajadores y de las personas que contribuyen a la reproducción de esta sociedad sin llamarse trabajadores (jubilados, amas de casa, niños, parados, marginados, errantes etc.) necesitan ir más allá de lo representable por los sindicatos, partidos y demás aparatos de Estado y seguir dando valor no a su trabajo, sino a sus propias vidas. La huelga debe para ello afirmar la fuerza social de quienes producen y constituyen en sus propios cuerpos y vidas los comunes productivos mediante su inteligencia, su imaginación y sus afectos, sin los cuales ninguna producción sería posible. Y es que sin algo tan común, en todos los sentidos del término como el lenguaje y el afecto, como el amor de lo colectivo y de lo compartido, sin la comunicación e incluso el malentendido, ninguna sociedad sería posible. Ni el lenguaje ni el afecto pertenecen ni pueden pertenecer a ningún patrón. La huelga debe proyectarse más allá del trabajo y del salario como afirmación soberana de lo común y de sus productores. Ante el fracaso ridículo del capitalismo y de sus comparsas laboristas que sólo reconocen como productivo de valor al trabajo asalariado, se trata de afirmar no ya que otro mundo es posible, sino que el del capitalismo está dejando de ser real, se convierte como el extinto socialismo real en fantasma de sí mismo.

La crisis somos todos: la crisis no es una crisis que los capitalistas nos impongan, sino algo que el trabajo vivo asalariado y no asalariado, en cualquier caso ya no definible por el salario, ha impuesto al propio capital. Por eso no tiene sentido hablar de que "ellos nos imponen su crisis". El principal motivo de la crisis es el endeudamiento público y privado generalizado con el que el trabajador colectivo ha respondido a la ofensiva neoliberal en su propio terreno. Frente al eclipse del Estado del bienestar programado por los neoliberales, ha impuesto el endeudamiento público como manifestación por excelencia de lo común. La crisis es el resultado de la incompresibilidad del deseo de quienes producen lo común, de los únicos que hacen el mundo y que no son desde luego los capitalistas. Deuda pública y privada no son más que un modo de (re)apropiación de la riqueza común por parte de las mayorías. Por mucho que haya puritanos en la izquierda que critiquen esta actitud como consumista.

Hoy lo más utópico e inviable son las consignas reformistas: pleno empleo, mantenimiento de los servicios públicos estatales etc. Son simplemente irrealizables en el marco actual, el de un capitalismo que nunca más volverá atrás, al modelo fordista y keynesiano o a sus caricaturas socialistas. Y no lo hará, porque el proletariado realmente existente ha impuesto el abandono del fordismo que sólo sigue siendo una utopía para cierta izquierda poco al tanto de la "situación concreta". Lo realista hoy es exigir la apropiación colectiva de la riqueza mediante formas de renta enteramente disociadas del trabajo. Hacer lo que ya hacen los capitalistas financieros, pero de forma generalizada, convirtiendo el acceso a la riqueza común en el derecho básico de una nueva ciudadanía. Lo realista hoy es reivindicar el comunismo como democracia basada no en la propiedad privada o pública, sino en el libre y general acceso a los comunes.

La huelga fracasará si sigue limitándose a la franja asalariada con contrato indefinido (mal) representada por los sindicatos y por la izquierda tradicional. Debe adquirir la dimensión de la producción efectiva actual y hacerse metropolitana: no paralizar los centros de producción y administración, sino el propio tejido urbano, desde los poros mismos del tejido de (in)comunicación y afectosque hace y reproduce en cada momento la sociedad como tal. Parar es hacer cosas tan absurdas como hablar con cualquier desconocido de lo que nos ocurre individualmente y de lo que nos ocurre a todos, afirmar por doquier el desprecio hacia quienes pretenden mandarnos y representarnos. Participar en las manifestaciones y huelgas, pero no de cualquier manera, rechazando no esta economía, sino la lógica de la economía en general. Se trata de salir de la trampa de los supuestos "intereses de clase" que los sindicatos y partidos de izquierda dicen representar e incluso "conocer". El único interés "de clase" del proletariado es dejar de serlo: por ello mismo, quienes pretenden representarlo y reforzar su "identidad de clase" sólo consiguen ser fieles agentes de la "economía", esto es de la reproducción del capital.

El griego moderno tiene una misma palabra para "orden" y para "clase": "taxi". Es la raíz de la palabra taxinomia, utilizada en biología para referirse a la clasificación de las especies animales. En el término "clase", como en todo lo que tiene que ver con el poder biopolítico de la economía anida la animalización de nuestra especie por medio de su despolitización. La gran paradoja del marxismo es que la lucha de clases proletaria, incluso la dictadura del proletariado, no tienen por finalidad representar los intereses del proletariado, sino abolir al proletariado como tal, suprimir la definición de los explotados como clase que es inseparable de la propia explotación.

La lucha de clases no es una relación entre dos términos, dos clases, sino más bien la imposibilidad de constituir un todo social pacificado cuando la sociedad se basa en la explotación, la necesaria y permanente división del todo social, la imposibilidad de una relación constitutiva. No hay complementariedad posible entre las clases: una tiene una existencia plena y se organiza en Estado, en poder dictatorial que reproduce la explotación y expropia los comunes mediante la propiedad pública o la privada; la otra tiene una existencia evanescente que coincide sólo con su resistencia. El proletariado no reivindica ninguna propiedad, sea esta pública (estatal) o privada, sino el acceso a la riqueza productiva común. No hay así encuentro posible entre el proletariado y la burguesía, no es posible ninguna coincidencia. Entre estas clases que no son dos, pero que no pueden ser un Estado, pasa lo mismo que según Epicuro nos ocurre con la muerte: cuando ella está, nosotros no estamos, cuando nosotros estamos, ella no está. Como recordaba Louis Althusser en su Respuesta a John Lewis: "hay que superar la imagen del campo de rugby, por lo tanto, de dos grupos de clases que llegan a las manos, para considerar lo que hace de ellas clases y clases antagonistas: a saber la lucha de clases. Primacía absoluta de la lucha de clases (Marx, Lenin). No olvidar nunca la lucha de clases (Mao)." No hay copresencia de las clases, no hay relación entre ellas. La lucha de clases, al igual que la relación sexual según Lacan, es una no-relación. Por mucho que se empeñen en convencernos de lo contrario los distintos aparatos del Estado capitalista, no hay ni puede haber relación social entre las clases.